Alimentar al Dios

La sensación de humedad fue lo que lo despertó de su inmenso letargo, a pesar de los intensos dolores que azotaban su cabeza a consecuencia por haberse pasado de copas la noche anterior logro mantenerse consciente.

Al incorporarse percibió una sensación seca que provenía directamente de su garganta y que subía cada vez más y más y más.

Sin poder hacer algo por evitarlo y actuando por instinto puro se inclinó mientras abría su boca solo para dejar salir un grotesco torrente de arcadas acompañado de un agrio olor que inundo sus narices dándoles el peor suplicio que el olfato podía tener. Los vasos de ron y aguardiente le cobraban bien caro la osadía de haberlos tomado la noche anterior.

Una vez que hubo terminado con la asquerosa tarea a la que su cuerpo lo obligaba volvió a sentarse sobre lo que parecía ser el lecho donde había pasado la noche solo para caer en cuanta de algo.

Estaba encerrado.

La celda o lo que fuera donde se encontraba preso parecía haber sido excavada directamente sobre la piedra viva, pues se trataba de una pequeña caverna de forma cubica con varias filtraciones de agua lo que le indicaba que se encontraba bajo tierra. En un extremo podía apreciar las figuras de unos barrotes de hierro clavados directamente en la piedra, no se divisaba puerta alguna.

Se acercó hacia ellos y coloco sus escuálidas manos en los tubos de metal y trato de introducir su cabeza entre los diminutos espacios pero fue un intento inútil. En su lugar al menos pudo ver lo que había afuera.

Un enorme pasillo pedregoso, indudablemente también subterráneo se podía apreciar frente a los barrotes, se encontraba iluminado con lo que parecían ser unas pocas antorchas. En el lado opuesto él pudo ver cómo había unos barrotes similares en todo a los suyos y al lado de este igual y lo mismo y lo mismo.

Se extendía por todo el pasillo como un desfile eterno de celdas y claustros.

¿Qué clase de lugar es este?-, se preguntó el mientras veía todo aquello. No le parecía en absoluto la mini-prisión de la comisaría local.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un extraño ruido que provenía de la izquierda del pasillo, oculto entre las sombras se dispuso a esperar a lo que fuera.

El sonido se intensifico y logró identificarlo, que idiota había sido, era un sonido que escuchaba a diario: pasos. Un extraño cortejo apareció justo a la izquierda, al principio le parecieron simples sombras pero a medida que se acercaban entendió que eran personas o eso pensaba. Eran siete, todos cubiertos con túnicas negras que ocultaban por completo sus cuerpos como sacerdotes franciscanos con sotanas demasiado largas y avanzaban como si estuvieran practicando alguna especia de procesión esotérica.

El verlos más cerca le trajo una fría ráfaga que lo baño completamente mientras un escalofrió le recorría la columna vertebral.

Uno de ellos señalo, si es que a eso se le podía señalar los barrotes de la celda que se encontraba justo enfrente de la suya. Casi al instante otros tres se acercaron con sus manos aun cubiertas y sujetaron con fuerza los tubos metálicos.

Los tres encapuchados tiraron sin esfuerzo alguno y arrojaron simultáneamente a la derecha la rejilla de hierro que cayo formando un gran estrépito que las angostas paredes del pasillo se encargaron de repercutir.

Lejos de verse afectados por el sonido a diferencia de él, dos de ellos se adentraron en la celda hasta perderse en su inmensa penumbra. Solo para salir unos minutos después cargando un voluminoso cajón del tamaño de un hombre sobre sus hombros.

Intercambiaron unas cuantas palabras entre ellos en un tono tan bajo que no alcanzo a escuchar y se dirigieron hacia el resto del grupo quienes parecieron verse complacidos por la acción y comenzaron a retirarse de la misma manera en la que habían llegado, no sin antes depositar el inmenso cajón en medio del pasillo.

Él se había mantenido en un silencio absoluto por temor a lo que estaba mirando, pero el terror regreso a su mente al ver como uno de los encapuchados se había mantenido estático justo en el mismo sitio donde el cajón se había quedado varado.

Tenía la capucha mirando al cajón mientras murmuraba algo que él no lograba entender, pero algo lo distrajo. Se levantó y dirigió hacia los barrotes de su celda mientras parecía olisquear el aire.

El solo pudo hacerse para atrás con la esperanza de que la oscuridad de la celda fuera suficiente para no dejarse ver. El encapuchado se quedó mirando los barrotes sin decir una sola palabra, lentamente se retiró. Más tarde se escucharon sus pasos en el pasillo hasta que se perdieron a la distancia.

Sus piernas cedieron mientras el caía al suelo presa de la emoción, aquellos pocos segundos en los que había sentido terror de verdad habían sido demasiado para él.

Transcurrieron varias horas desde aquel incidente, ¿Cuántas?, no sabría decirlo pues había perdido toda noción del tiempo en aquellos intervalos de ignorancia que poco a poco se convertía en una palabra lejana y sin sentido alguno o al menos para él.

¿Escapar? ¿Huir? , eso no era posible, atrapado como un pájaro en su jaula estaba sin ninguna posibilidad de fuga y solo soñando con la libertad.

Pero eso no basto para mermar sus ansias de libertad, estaba dispuesto a buscar la salida, le daba ya igual la manera, solo quería regresar a su hogar.

Pero la duda es un ente perseverante y siguió carcomiendo su cabeza, urgiéndole en desistir de sus propósitos de escape.

¿Qué era lo que le quedaba ahí afuera de igual manera?

¿Una cálida y confortable casa donde podía descansar luego de una pesada jornada en el trabajo?, ¿Una feliz y unida familia que esperaba con ansias su regreso?¿Tal vez una merienda caliente y apetitosa acompañada con unos cuantos sorbos de licor?

Esas imágenes desfilaron en sus más profundas fantasías evocando a un pasado tan irreal y absurdo al compararlo con el auténtico. Lentamente esas imágenes comenzaron a implantarse forzosamente en sus recuerdos.

Pero los impulsos por salir no iban a ceder tan fácilmente ya que muy en el fondo de su serse prometió una pequeña cosa: a la menor oportunidad de escapar, la tomaría, sin duda alguna.

Y así el tiempo tan imperturbable como siempre siguió avanzando pero trajo a un aliado inesperado: la realización.

No supo como pero si logro entenderlo, o eso pensó al poder verlo. Dos días después de haber despertado por la acidez en la garganta, dos días desde que los hombres con túnica habían sacado aquel cajón de la celda conjunta y lo habían depositado en medio del pasillo.

Se acercó a los barrotes y miro. En efecto, el cajón seguía ahí. Solo que ahora cubierto por una gruesa capa de polvo.

Se preguntó el motivo de su abandono mientras desviaba la vista del cajón para dirigirse hacia el rincón donde había permanecido sentado todo ese tiempo.

“CRAACK”

El crujido termino con la pesada atmosfera de silencio a la que había sido condicionado desde hace dos días.

Le inquieto demasiado, por no decir bastante el hecho de que la fuente del ruido parecía ser el interior del objeto que había captado su atención.

Miro temblorosamente a través de los barrotes a la espera de algún cambio repentino. Allí, justo sobre la superficie había aparecido una ligera grieta sobre la dura madera.

¿Cómo podía ser posible eso?, a menos que… ¡No!, se negaba a creer que había algo encerrado dentro del cajón y probablemente vivo, muy vivo.

El crujido volvió a inundar el ambiente y esta vez tuvo la oportunidad de ver la causa de él cerca. Ahí mismo, en la grieta que ya había señalado emergieron unos dedos pálidos, casi esqueléticos, con muy poco rastro de piel alguna lo que era indudablemente una consecuencia de haber escarbado sobre los sólidos tablones de madera que formaban la tapa de aquella barrear que lo mantenía preso en aquella mazmorra corporal.

Estos tiraron de la madera, buscando romperla lo más rápido posible, como un polluelo abriéndose paso a través del cascaron. Por más que trataba de apartar la mirada de ese terrible espectáculo la curiosidad podía más y al seguir mirándolo, no pudo evitar recordar aquellas palabras que había escuchado de la boca del pastor dos noches atrás.

"Crucificado en tiempos de Poncio Pilato”

La capa de madera seguía crujiendo ante la presión que sufría, resistiéndose al ímpetu de su prisionero quien la arañaba a riesgo de lastimarse aún más los dedos, no dándose por vencido, con ganas de salir, paradójicamente lo que él había pensado.

"Falleció y fue sepultado”

El temor y el asco se apoderaron del el al tener una visión más amplia del pálido y escuálido brazo que emergía por el agujero que los dedos habían formado.

"Y resucito al tercer día según las escrituras”

El cajón por fin termino cediendo ante los impulsos de su grotesco huésped. La tapa cayó a un lado provocando un estrépito similar al de la rejilla dos días atrás.

Él tuvo que taparse la boca para evitar emitir un grito que atrajera la atención de esa cosa que ya se había levantado de su antigua prisión y permanecía erguida.

«El pelo, de un color negro grasiento, lucia sucio y desordenado, consecuencia obvia de permanecer encerrado»

«La boca, abriéndose de par en par mostraba las dos hileras de dientes de las cuales sobresalían cuatro enromes caninos que recordaban a los de un lobezno pidiendo comida a gruñidos»

Pero lo peor fue lo que vio a continuación, una imagen que se pegó directamente a sus memorias. Algo que desearía no haber visto nunca.

Los ojos, o mejor dicho la carencia de estos. Su lugar era ocupado por unas esferas oscuras que rellenaban a fondo las cuencas oculares.

Negros, tanto como la tinta dentro de un frasco, tan opacos como la oscuridad misma, si se dice que los ojos son la ventana del alma, estos mostraban por completo que lo que fuera esa cosa, no la tenía. Mostraba una macabra visión que remplazaba e incluso satirizaba la inocencia y pureza de un recién nacido.

La "cosa", pues no veía como eso podía ser considerado un ser humano parecía haber despertado de un largo letargo pues volteaba constantemente tratando de obtener una imagen clara de lo que sucedía a su alrededor, sus oscuros ojos escrutaban la oscuridad como si se tratara de un recién nacido que no comprendía lo que veía.

Al tratar de hacerse para atrás, dominado por el temor, termino tropezando con una roca que reboto en la cercana pared de piedra causando un pequeño ruido apenas audible para el.

Antes de que se diera cuenta, aquella cosa ya se había abalanzado sobre los barrotes como un perro rabioso y los agito violentamente mientras abría y cerraba la boca de par en par dándole a el una perfecta visión de lo horrendo que era de cerca.

De aquella cavidad bucal ya no brotaba saliva,sino un liquido negruzco parecido al alquitrán y del mismo color de aquellos ojos sin fondo alguno, no se había equivocado al distinguirle lo que parecían ser colmillos ya que en verdad los tenia.

Sus "ojos" escrutaban el interior de la celda con recelo como si pudieran atravesar con facilidad la densa penumbra que habitaba en ella mientras que aquel liquido negruzco aun salia de su boca como si estuviera muerto de hambre.

Sus gruñidos, mas bestiales que humanos resonaban por todo el pasillo y no tardaron demasiado en llamara la atención o eso intuía el mientras veía todo aquello desde el rincón mas oscuro de la celda.

Hasta que terminaron por aparecer dos de ellos, similares a enormes buitres envueltos en sus alas, parecieron salir de las sombras mientras veían como la "cosa" continuaba aferrada a los barrotes de la celda y no parecía haber advertido su presencia.

El dúo envuelto en negro tampoco se veía muy sorprendido por la aparición de aquella cosa que sin duda alguna habían estado esperando ya que ellos habían sacado el cajón donde debían haberlo mantenido preso de aquella asquerosa celda.

Vio como parecían intercambiar algunas palabras en voz baja mientras se retiraban de la misma manera en la que habían llegado, solo para aparecer tiempo después seguidos de todo un grupo de su clase. Algunos portaban sogas de aspecto grueso mientras que otros;candiles de diseño extravagante.

Avanzaron silenciosamente hasta rodear a la criatura quien termino dándose cuenta de la presencia de las negras figuras envueltas en sotanas.

Por un momento esta pareció ser hasta dócil mientras los observaba con sus ojos oscuros, como si no tuviera nada que temer o estuviera solo.

Pero la tranquilidad le duro poco pues uno de ellos, se adelanto mientras profirió revelando al fin la voz de aquellos seres.

"Tirad de la primera cuerda"

Al escuchar esa orden, uno de los encapuchados se apresuro a arrojar la punta de su cuerda hacia la criatura mientras la dirigía con sus manos logrando que esta se envolviera alrededor del cuello de la bestia como una serpiente constrictor.Esta, al sentir su cuello oprimido por aquella herramienta, soltó los barrotes de la celda mientras se llevaba las manos al cuello en un esfuerzo en vano por liberarse de eso.

Se escucharon varios gruñidos debajo de las capuchas mientras que sus voces rompían poco a poco la pesada atmósfera sepulcral en la que el lugar había estado envuelto desde hace tiempo.

Sus voces, tan ásperas y rígidas como la superficie de una pizarra, tan afiladas y cortantes como el filo de una navaja, frías como una ventisca en pleno invierno , sonidos agudos e inquietantes que taladraban su cerebro y superaban por mucho los ruidos mas aterradores que el había tenido la desgracia de escuchar.

Inhumanas.

Esa era la palabra justa para describirlas. Mientras el permanecía acurrucado en el rincón rogando porque la oscuridad lo cubriera de la visión de aquellos monstruos pero aun así, pudo seguir viendo el espectáculo que continuaba fuera de su celda.

"Tirad de la segunda cuerda"

Otras dos, dirigidas por las hábiles manos de los encapuchados terminaron tanto en el torso como en la cabeza del ser quien trataba frenéticamente de desembarazarse de aquellas correas nudosas que amenazaban con inmovilizarlo.

Las cuerdas, mas parecidas a tentáculos conectados a los encapuchados, ya habían terminado de envolver completamente a la cosa y se disponían a cargarlo.

"Llevad al iniciado al altar"

Aquellas ultimas palabras no hicieron mas que confirmar una sospecha que ya llevaba cierto tiempo rondando por la mente de el.

Tal como lo había intuido después de ver aquellas marchas y escuchar la palabra "altar", lo mas seguro hasta ahora era que se encontraba atrapado en el cubil de alguna clase de culto desconocido y enfocado al esoterismo.esoterismo. Recordó atentamente todo lo que había leído sobre dichas organizaciones; con eso miles de imágenes desfilaron por su mente.

Decenas de atmósferas en las cuales se habían cometido actos que rayaban mucho mas allá de lo que se consideraba inmoral y que no hicieron mas que perturbarlo.Aterrado, trato de ocultarse mas aun entre las densas sombras que lo rodeaban y el lecho de piedra donde había dormido, no había palabras algunas para describir la desesperación que estaba apoderándose de el.

"Revisad bien las celdas de la derecha, nuestro señor no goza de pasar por continuos ayunos"

Aquellas palabras bastaron para que la desesperación terminara de adueñarse de su mente mientras buscaba frenéticamente en el interior algún escondrijo donde poder evitar caer en las garras de aquellos ocultistas.

Ser tocado por ellos y sin mencionar las otras cosas que seguramente tenían en aquel infierno subterráneo, por no mencionar a su "señor"

Sacerdotes paganos, mas monstruos que hombres que caminaban con total naturalidad al lado de de bestias como aquella abominación de ojos oscuros.

¿Escapar?,¿Huir?,¿Como podría burlar la vigilancia de aquellos monstruos?, en los días anteriores su propia locura por salir ya lo había impulsado a arañar frenéticamente las paredes en un esfuerzo inútil por escapar pero solo consiguiendo el haberse despellejado la piel de algunas zonas de sus manos.

El solo tener en mente la visión de sus manos ensangrentadas le hizo desistir de su propósito.El sonido de unos pasos cercanos y el de la rejilla metálica que era lo único que lo separaba del pasillo lo paralizo, pero al distinguir en la oscuridad a la que había estado acostumbrado desde hace días la fúnebre silueta de uno de los encapuchados no pudo hacer mas que dejar que el miedo tomara posesión de su cuerpo.

Gritando, se abalanzo sobre el encapuchado que al verse sorprendido poco pudo hacer para evitar el choque. Incorporándose rápidamente, logro salir de la celda solo para toparse con otra de las figuras que no parecía muy entusiasta con la idea de verlo.

Sin pensarlo, descargo un puñetazo contra la tela que cubría su cabeza pero su puño choco contra algo que no parecía ser ni piel o hueso.

La figura ni se inmuto al sentir el contacto de su puño, porque permaneció inmóvil unos momentos como evaluando la situación, solo para atrapar su brazo con su mano izquierda mientras lo apretaba levemente.

Aquello fue de lo mas doloroso para el, pues fuera lo que fuera aquella cosa, estaba muy en claro que poseía una fuerza prodigiosa en las manos, sino, ¿Cómo era posible que desprendieran rejillas metálicas que un preso en toda la vida no habría podido ni siquiera mover un solo centímetro?

Pero eso no fue lo peor, no después de que el tacto de sus manos comenzara a recorrer su cuerpo,, era seco, tanto como si no hubiera sustancia alguna en la piel e increíblemente frio, como si de un carámbano polar se tratara.

Permaneció estático como si una poderosa fuerza aparte de la física que tenia preso a su brazo lo mantuviera en su lugar mientras veía como la figura se despojaba de su negra capucha con la mano que le quedaba libre.

Una vez que el grueso trozo de tela cayo, el dio un respingo al encontrarse con lo que parecía ser el rostro de una mujer bellísima, cuyo pelo, del mismo color que las telas de su túnica cubría la mitad superior de su rostro.

Su piel era tan pálida y perfecta como la nieve, sus labios eran como frutos rojos decorados con carmín, lentamente comenzó a acercarse mientras abría levemente la boca, el se quedo estático dominado por aquella encantadora visión, no se resistió en ningún momento aun con la visión de los curvos colmillos que tenían en lugar de dientes y que amenazaban con clavarse en su cuello.

Hasta que de pronto la mujer emitió un chillido de dolor y sobresalto mientras daba un salto para atrás, revelando en el acto la mitad superior de su rostro en la que lucían otro par de ojos similares a los de la cosa que había contemplado momentos antes.

Eso fue como una alarma para el y lo saco de su letargo, con los sentidos de vuelta y libre al fin de aquel contacto letal, dio media vuelta mientras corría a la máxima velocidad que le permitían sus piernas a través del oscuro pasillo.

Volteo por encima del hombro solo para poder ver la silueta de aquella cosa con aspecto de mujer mirándolo desde el extremo del pasillo, entonces también empezó a correr mientras abría la boca mostrando aquellos colmillos de perro de caza en plena persecución de una presa.

Siguió así durante varios minutos de correr a ciegas, algunas veces tropezaba con lo que parecían ser unos cuantos muros, dándose algunos golpes consiguió recuperar la orientación.

Estaba increíblemente cansado por el esfuerzo de haber corrido durante mucho tiempo y ni hablar de el estar perdido dentro de un laberinto subterráneo de cal y canto. El solo recordar aquellos ojos negros que parecían ver su propia alma y los curvos colmillos que estuvieron a punta de clavarse en su cuello para sorber hasta la ultima gota de sangre de su cuerpo y dejarlo seco le dieron fuerzas para continuar.

Siguió avanzando por el nuevo pasillo hasta encontrar unas escaleras que conducían hacia un piso inferior, había una especie de cartel enmohecido y con letras medio legibles. Con algo de esfuerzo consiguió leer lo que decía.

Sicriu

Desconocía el significado de esa palabra y también el idioma en el que estaba escrita, temeroso, se interno en la boca de las escaleras, sin saber que eso descendía a un lugar que no era otro que una Judeeca terrenal.

Lo primero que sintió fue el grotesco olor a putrefacción que golpeo sus narices mucho mas fuerte que los muros con los que había tropezado momentos antes, cubriéndose con una mano la nariz siguió descendiendo hasta llegar a lo que parecía ser el final de las escaleras.

Se trataba nada mas ni menos que una cámara subterránea mucho mas iluminada que el laberinto que había estado recorriendo sin parar por horas, aunque a simple vista parecía estar pulcra, una vez que se fue acercando comenzó a notar que no lo era.

Cientos de cajones, tal vez miles yacían por toda la habitación, algunas con la tapa desvencijada y arrancada de cuajo y otros en un estado decadente. El se aterro aun mas con solo imaginar la horda de cadáveres famélicos que habían emergido de esos cajones para rendirle culto a lo que fuera que adoraran.

El sonido de algo arrastrándose fue lo que lo saco de sus pensamientos, aterrado mas aun, se volteo esperando con encontrarse con alguna de esas siluetas pálidas y con ojos oscuros pero no vio nada,pero si logro escucharlo.

Un murmullo entre la oscuridad que resonaba como un lamento apagado, parecía provenir de una de las esquinas de la cámara.Temeroso se dispuso a tratar de descubrir la fuente del ruido.

Paso al lado de varios ataúdes e incluso tuvo que mover algunos de ellos que le estorbaban el paso, solo para encontrar la fuente del misterioso ruido.

Hasta que lo encontró, frente a el yacía una pila de agua negruzca sobre un estanque del mismo color, objetos extraños parecían moverse en su interior cual corales monstruosos que se encargaban de filtrar aquella agua pestífera.

Sabia que era una mala idea el meter su mano en aquel estanque en el que fácilmente alguno de esos objetos orgánicos que se agitaban en su fondo podían agarrarlo y tirarlo adentro, donde podría terminar sufriendo una muerte bastante agonizante por ahogamiento.

Pocos metros a su izquierda, un palo astillado que sin duda alguna debió formar parte alguna vez de uno de los fúnebres cajones de atrás lucia abandonado.

Con sumo cuidado para no clavarse una astilla lo recogió mientras lo usaba para sondear la profundidad de aquel estanque negro, cuando la punta de la vara de madera toco el limo del fondo, que sorprendentemente no rebasaba los 50 centímetros de profundidad se decidió a dar una vuelta mas por ahí.

"CRAACK"

Demasiado bueno para ser cierto, aquel crujido basto para romper sus esperanzas, ya estaban aquí, antes de que lo hubiera notado, en todas partes, una multitud de ellos salia de esos cajones como muertos emergiendo de sus tumbas.

Sus ojos ocupados por esa negrura abismal mientras que sus pieles parecían ser nieve en su estado mas puro, algunos cubiertos con túnicas de un color mas oscuro mientras que otros avanzaban con el torso desnudo, fueran hombres o mujeres.

Estaba rodeado y lo sabia perfectamente, lo único que quedaba atrás de el era aquel lago negro en el cual se arrastraban esos pólipos pulposos que tampoco se veían muy dóciles que digamos.

Tomo la decisión, antes de que los monstruos pudieran avanzar mas, el dio media vuelta y tomo un impulso rápido antes de saltar y caer en medio de aquella pileta de agua negra.

Aquello sabia a alquitrán ardiente, su ropa y piel se escocían mientras sentía una fuerza abrazadora carcomiéndole las entrañas, las rodillas le dolían a consecuencia de haber aterrizado sobre ellas cuando cayo en la poza.

A su alrededor, en plena orilla, se extendía una multitud de ellos que lo miraban fijamente con sus ojos sin fondo mientras que abrían la boca de par en par exhibiendo los afilados colmillos que ansiaban clavarse en su cuello.

Extrañadamente ninguno parecía tomar la delantera y sumergirse en el minúsculo lago para poder tenerlo entre sus garras.

"A lo mejor los monstruos evitan este estanque, pero ¿Porque?"

La respuesta de esa pregunta le llego por donde menos se lo esperaba, mientras que el había mantenido en su cabeza la idea de que aquellas cosas que había en el fondo eran lo que disuadía a las bestias de acercarse y el peligro del lago, estaba muy lejos de comprobar la verdad.

Aquellas cosas en el fondo, no eran ningún tipo de organismo ni mucho menos simples rocas, de hecho; eran huevos.

El "agua" comenzó a burbujear a su alrededor mientras el miraba aterrorizado la autentica naturaleza de el cuerpo liquido que estaba lejos de ser un simple estanque subterráneo de agua pestífera.

Densos apéndices del mismo color del liquido se alzaban de la superficie mientras que el liquido seguía arremolinándose mientras que varias partículas de un tono mas espeso y pulposo se iban fusionando en su interior hasta formar una masa gelatinosa que palpitaba como si estuviera viva.

A un lado suyo, las "aguas" se abrieron revelando una enorme bocaza cuyos bordes estaban rematados por unas fauces de proporciones ciclópeas. El.El lago subterráneo nunca había sido tal cosa.

Era un organismo gigantesco.

Sus apéndices no tardaron en asirse a el mientras que la multitud de bestias famélicas comenzaba a internarse en la poca agua que quedaba y se acercaba peligrosamente al el con los brazos extendidos.

No puedo hacer mas que gritar mientras aquella multitud de brazos lo envolvía en la oscuridad.

Despertó mientras se sentía cargado a cuestas, no se había equivocado, al menos 6 de ellos, aun cubiertos por esas túnicas lo sostenían mientras caminaban por un extenso pasillo en el cual las antorchas o cualquier otro medio de iluminación brillaban por su ausencia.

Habia cientos de ellos, todos mirándolo fijamente mientras seguía siendo transportado por los otros seis que no parecían estar preocupados por las expresiones de deseo que sus hermanos tenían en el.

Aunque le provocaban una repugnancia sin igual no puedo hacer mas que mirarlos, al parecer si no los veía tan cerca, incluso los podía confundir por hombres.

La palidez de la piel podía pasar desapercibida, los ojos negros podían ser ocultados detrás de gruesas gafas, todo eso sin contar que sus actitudes, a excepción alguna de el primero que había visto, no eran tan diferentes.

Esos pensamientos cambiaron al ver lo que unos cuantos de ellos estaban haciendo cerca de una esquina.

Pudo notar el patrón dibujado con tiza negra en el suelo así como la silueta que yacía sobre el como si estuviera reposando, pero el sabia que eso estaba lejos de ser verdad, pues el olor de la carne en putrefacción le llegaba hasta donde estaba.

De modo que no se había equivocado, se trataba efectivamente de un culto, pero no de hombres, de bestias sin lugar a dudas, ya sabia que estaba perdido pues no había ninguna forma de salvación en estar completamente en manos de ellos, lo único que podía rogar era que su muerte fuera rápida.

Lo dudaba y bastante, y los huesos que veía en el camino lo confirmaban muy bien, había docenas de ellos, de todo tipo mientras que las baldosas del suelo yacían cubiertas por una especie de limo oscuro que palpitaba como si se tratara de un hongo, al estilo de la "cosa" que había confundido con un cuerpo de agua momentos anteriores.

Hasta que pareció llegar a su destino, el final del túnel solo conducía a una gigantesca cámara en la cual ya se habían agrupado una multitud de ellos, todos cubiertos con sus características túnicas negras y uno que otro con collares plateados con signos ilegibles.

En el centro, dos de ellos, sin duda de mayor rango lo estaban esperando.

Detrás de ellos, rodeada de bultos pulposos y masas negras similares al "limo" que había visto antes, se encontraba una inmensa mole de carne que se elevaba hasta casi dos metros de altura y se encontraba cubierta por lo que parecían ser los restos de un vestido blanco.

Una mujer de proporciones gigantescas y una apariencia absolutamente grotesca, la acumulación de grasa corporal había difuminado casi por completo cualquier rasgo destacable de su cara en la cual solo se encontraban una boca enorme y unos ojos pequeños como pasas de corinto.

Frente a ella, yacía un pequeño altar de granito en el cual descansaba un plato de hierro ya consumido por la herrumbre y en el cual se encontraban algunos pequeños trozos de carne en plena putrefacción

Aun atrás de eso y de los dos "sacerdotes", se encontraba un poste de madera clavado en el suelo como una cruz sin sus brazos, el intuyo que iba a ser ahí donde conocería su final.

No se equivoco, porque la cabo de unos minutos, los seis devotos que lo habían estado cargando lo colocaron ahí mientras le ataban las manos con gruesas sogas para que no pudiera despegarse del poste y mucho menos ofrecer resistencia.

El se quedo ahí mirando al suelo hasta que sintió la presencia de uno de los sacerdotes frente a el, alzo la cabeza solo para encontrarse con una mascara que imitaba a la perfección los rasgos de un cráneo, salvo que cuando miro sus ojos o donde esperaba el no encontrarlos y escucho su voz, se llevo una sorpresa.

"Es humano"

Este se limito a decirle en una voz que se escucho hasta los confines de la cámara, una voz que carecía por completo de la inhumanidad que tenia la de esas bestias en el laberinto de celdas.

"Tranquilo infiel, no tomes esto con pesar, pues hoy se te esta otorgando el mas grande los todos los privilegios, pues con tu carne que conoce las penas del mundo dominado por el hombre y con tu sangre a la que aun le queda días fértiles restablecerás el balance del mundo"

El no lograba entender nada,pero aun así siguió mirando como el sacerdote daba unos pasos hacia atrás mientras sostenía un puñal de hoja ondulada en su mano derecha y exclamaba a los cuatro vientos:

"De no perpetuarse este sacrificio, la plaga azotaría el mundo, los ganados parirían bestias de un solo ojo el propio cielo se resquebrajararia bajo la ira de los dioses, los insondables surgirían del abismo donde están presos junto con los monstruos que adoran a los reyes de la sangre y la oscuridad en un espantoso proyecto de muerte y destrucción, es por todo eso y mas que esto es necesario, así que no temas, porque tus pecados serán lavados y entraras en el mundo del mas allá como un recién nacido"

Volvió a inclinarse ante el para quedar a su altura mientras lo miraba, en sus ojos, cubiertos por aquella masacra de esqueleto brillaba el fanatismo en su estado mas puro.

"Y ahora, dale una reverencia a uno de ellos, el señor de la carne consumida, el eterno hambriento, aquel que nos dio la facultad de vivir aun después de la muerte, dale un saludo a "Hazorlla"

Dicho esto, clavo su puñal en su mejilla mientras que con la mano libre comenzaba a retirar un trozo de carne de considerable tamaño mientras que la multitud permanecía en silencio y el pobre "bendecido" no paraba de gritar del dolor.

El sacerdote coloco el trozo de carne el plato que había en el altar y dio una reverencia mientras presentaba la "ofrenda"

Entonces, el vientre de la mujer comenzó a abrirse revelando una inmensa bocaza la cual estaba llena de dientes tan largos como una espada y gruesos como un tronco. Los órganos internos, intestinos, estomago, hígados, páncreas o riñones comenzaron entrelazarse entre si para formar una grotesca lengua llena de dientes de aspecto aun mas afilado.

De aquel horror corporal emergió una pestilencia increíblemente grotesca que golpeo sus narices, el olor a putrefacción de la cámara donde fue capturado era el edén en su comparación.

Aquella lengua se deslizo como una serpiente hasta llegar al plato donde clavo con uno de sus colmillos el trozo de carne y se regresaba hasta la inmensa cavidad bucal que ya parecía gotear litros de un liquido negruzco que le recordaba al limo negro que rodeaba el cuerpo de la señora gorda o lo que fuera.

El sacerdote miraba com la criatura a la que le rendía culto se deleitaba probando ligeramente aquel pequeño trozo de carne, las decenas de tentáculos hechos de proto-materia se agitaban pidiendo comidas con chillidos sobrenaturales mientras abrían sus minúsculas bocas cuádruples de par en par.

Por un minuto todo su inmenso cuerpo pareció agitarse, mientras la mujer parecía emitir sonoros lamentos, la parte inferior de su cuerpo palpitaba como si se tratara de un organismo aparte que había reclamado como suyo tanto el torso como el vientre de la mujer desde el interior.

Poco sabia el de que la realidad sobre la naturaleza de esa boca era mucho mas oscura de lo que esperaba, en especial porque estaba a punto de saberlo y no de una manera agradable.

Cuando la inmensa mole de grasa y biomaterial negra se termino de agitar, nuevos apéndices bucales emergieron de esa gruta carnosa, solo que esta vez no solo hechos con fibras de órganos, sino que también de ese material semi-liquido negruzco y lo peor, armados con colmillos retorcidos hechos de hueso.

Sin embargo, cuando trataron de lanzarse sobre el, una pared invisible en el aire los detuvo, estos se retorcieron mientras golpeaban en vano la barrera indetectable mientras que el cuerpo detrás de ellos comenzaba a emitir mucho mas de ese "limo"

El creyó por un minuto el haber visto un resplandor verdoso en uno de los ojos de el sacerdote y también le pareció escuchar murmullos en un idioma extraño por parte de el otro que había permanecido distante de su compañero y se encontraba justo al lado del poste de madera.

"Pide mas, lo mas recomendable a estas alturas es dárselo por completo, al fin y al cabo, hay muchos esperando en las celdas de purificación"

Esas fueron las palabras del que se encontraba al lado suyo mientras se inclinaba para levantar el poste y sostener con ambas manos la cuerda que mantenía atadas las de el.

El trato de resistirse pero, los brazos de los otros seis lo mantuvieron bien sujeto mientras comenzaban a empujarlo hacia la masa embravecida que al verlo aun mas cerca, ceso su ataque contra la barrera invisible mientras que sus tentáculos se agitaban como serpientes furiosas.

El sabia que luchar era inútil por lo que ceso sus intentos mientras esperaba que fuera rápido.

Tras pasar lo que debía ser la "barrera psíquica" , sintió un tirón en las entrañas mientras que uno de los gruesos tentáculos lo envolvía y comenzaba a levantarlo en dirección a la bocaza que ya comenzaba a abrirse sintiendo próxima su comida.

Ya justo arriba de esa enorme cavidad bucal pensó si seria correcto cerrar los ojos pero una vez mas su curiosidad le gano y se decidió a mirar el sitio donde encontraría su fin.

Lo que vio le dio unas nauseas bestiales, casi se arrepintió de haberlo hecho, pues pudo entender la verdad de porque aquella pobre mujer obesa albergaba un horror corporal de tal magnitud en su vientre.

Debajo, en el centro de donde provenían las membranas que formaban la "boca", todas parecían salir de un mismo punto, una especie de orbe viscoso que se mantenía suspendido en el ¿vacío?

Entonces alargo el cuello y lo vio…

Ahi estaba, en un sitio mucho mas allá del suelo, mas allá de este plano, en un espacio donde solo mora la oscuridad, una montaña gigantesca de esa materia viscosa y palpitante, una necropolis viviente y de proporciones titánicas, enormes apéndices brotaban de su irregular forma que no podia considerarse "cuerpo", pero lo peor, era aquella terrible aurea que despedía, que hablaba de algo increíblemente antiguo y rayaba mas allá que lo arcaico.

No logro sentir nada, incluso cuando los centenares de dientes se clavaron en su cuerpo y los restos licuados de el junto con su alma, fueron llevados por un apéndice un poco mas delgado, a los cientos de estómagos de el ancestral que había contemplado por solo unos instantes, los restos de aquel hombre del que nunca se supo ni se hizo mención alguna de su nombre, sirvieron al menos para satisfacer temporalmente el eterno hambre de aquella necropolis viviente.

Al menos tuvo un solo valor, el poder tener la oportunidad de alimentar a un dios.

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